Artículo de Manuel Jardinaud y Emmanuelle Souffi - Enlaces Sociales: http://bit.ly/1MOSHV9
Tristeza, pérdida de motivación, necesidad de hablar... Tres días después de los atentados de París, las empresas deben escuchar y mostrar compasión hacia los empleados conmocionados.
La emocion. La tristeza. El dolor. Tras los atentados de París, que hasta la fecha han dejado 129 muertos y más de 350 heridos, las empresas especializadas en apoyo psicológico se han visto desbordadas de llamadas. DDH cuyos equipos han sido duramente golpeados. Gerentes de restaurantes cuyos servidores temen nuevos estallidos. Administraciones que tenían que hacerse cargo de los parisinos devastados...
El regreso a la oficina se siente como una resaca. Para quien se ha visto afectado directa o indirectamente, retomar la actividad normal, concentrarse, movilizar la energía en tareas que parecen ridículas, sigue siendo delicado. “Un evento como este impacta necesariamente en la vida de la empresa”, observa David Mahé, presidente del gabinete Estímulo, especializado en riesgos psicosociales.
libertad de expresión
Las situaciones son diversas. ¿El más complicado? Uno o más empleados perdieron la vida en Bataclan, rue de Charonne o cerca del canal Saint-Martin, en el distrito 10 de París. “Cada organización tiene una dimensión protectora, debe reaccionar”, dijo Xavier Alas Luquetas, de la firma especializada Eléas.
El papel de la jerarquía aparece entonces como esencial. Porque esta tragedia no deja de tener consecuencias en el ambiente laboral. “No tenerlo en cuenta es correr el riesgo de que la empresa sea percibida como un lugar sin consideración por las personas”, añade.
"Reunir el colectivo de trabajo" es lo primero que hay que hacer, según Jean-Claude Delgènes, director general de la firma Technologia. Permitir que todos se expresen, mientras se arma un rincón cómodo, con café, tragos... “Hay que correr la voz sobre el vínculo que unió, sobre el dolor, la tristeza”, agrega. “A través de esto, sacar a la luz la realidad de la desaparición”, continúa Xavier Alas Luquetas. Prevalece también el temor de que ocurran nuevas tragedias, en el transporte, en lugares públicos.
Logística morbosa
Estar al lado de los empleados que quieren ir al lecho de una víctima o a un funeral significa estar abiertos: “Podemos dejar la libertad ofreciendo un día, ofreciendo un RTT o un día de permiso retribuido. La empresa debe entrar en una especie de logística morbosa adaptando las reglas”, considera Jean-Claude Delgènes.
De manera más general, la escucha por parte de los directivos, e incluso de los compañeros, es fundamental: “Hay que estar atento a las situaciones de retraimiento, de no expresión. Préstenle especial atención”, advierte Jérôme Boucher, director de operaciones de Psya. Porque el silencio se tuerce. “El riesgo es que algunas personas se descompriman repentinamente, de ahí la importancia de discutir también con los médicos del trabajo que nos darán información”, estima Grégoire Vitry, psicoterapeuta, fundador de la firma Lact. Sobre todo porque estos atentados terroristas también se superponen a veces a climas de tensión interna en la empresa...
De ahí la necesidad de este hablar colectivo. Porque más allá de la desmotivación, los que estuvieron en el “bosque” y trataron de salir adelante pueden experimentar un sufrimiento psicológico grave. “Se estima que el 5-10% de los afectados indirectamente desarrollarán trastorno de estrés postraumático. Y el 35-50% de los que estuvieron expuestos directamente. Para ellos, el evento permanece en el presente y no logra inscribirse en el pasado” , describe Grégoire Vitry.
Tiempo elástico
Pero no se necesita demasiado. Ser demasiado entrometido puede ser una mala experiencia. "Hay que respetar los sentimientos de todos. Ir al fondo de las cosas sí, pero con respeto a la emoción”, explica el fundador de Eléas. Este entrenador cree que la máquina de café sigue siendo un espacio privilegiado para sentir los efectos de resonancia del evento en todos.
Ante “este tiempo elástico antes de que la vida real vuelva a empezar”, en palabras de David Mahé, los directivos pueden tomar medidas muy sencillas: retrasar una reunión, aplazar el lanzamiento de un producto, cancelar un viaje. “Nunca estamos cerca de las 24 horas”, dice. Para un empleado demasiado emocional para volver al trabajo rápidamente, ¿por qué no pedirle a un colega que recupere temporalmente un archivo?
Adaptar la organización
Frente a los empleados más afectados, física o psicológicamente, la compasión es esencial. "Debemos dar muy pronto señales de tranquilidad sobre su trabajo, su posición", insiste Jean-Claude Delgènes. Decir que sus tareas serán atendidas por otro, y que el tiempo de atención es más importante. “No crear ansiedad adicional y que la víctima no lleve la peor parte del trabajo”, agrega el fundador de Technologia. El seguimiento administrativo, con la mutua por ejemplo, es también un punto fundamental.
La organización de la unidad familiar, también afectada, puede requerir un poco de flexibilidad: cuidar a los hijos que están pasando mal la situación, cuidar a un ser querido afectado por las agresiones… “Hay que adaptar el comportamiento de la empresa a la situación del trabajador", defiende David Mahé. “Mientras sigue trabajando”, añade. El equilibrio, especialmente en sociedades donde la búsqueda de la productividad es una prioridad, no es fácil de encontrar. Pero el sentido común y la benevolencia deben hacer posible detener la intrusión del horror en las oficinas...