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Centro de formación, intervención e investigación

Enfoque sistémico estratégico e hipnosis

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      La frase latina de la obra de Plauto Asinaria, "homo homini lupus", que significa "el hombre no es un hombre, sino un lobo, para un extraño", transmite la idea de que los humanos pueden ser agresivos, hostiles y destructivos entre sí. Refleja los aspectos más oscuros de la naturaleza humana, sugiriendo que los hombres tienen el potencial de dañarse y explotarse unos a otros.

      TRASTORNOS DE ANSIEDAD QUÉ ES

      ¿Un lobo con piel de lobo?

      Este proverbio se suele utilizar para expresar la idea de que las personas pueden actuar de forma egoísta o cruel cuando se guían por sus intereses personales, sin tener en cuenta el bienestar de los demás. Nos recuerda las complejidades y, a veces, las duras realidades del comportamiento y las relaciones humanas. Si analizamos la paranoia, vemos que implica un mayor sentido de sospecha y miedo hacia los demás, impulsado por la creencia de que representan una amenaza o albergan intenciones maliciosas. Esto encaja con la idea de que los humanos pueden ser lobos entre sí, lo que sugiere que las personas que sufren de paranoia pueden ver a los demás como depredadores potenciales o fuentes de daño. La paranoia puede tener sus raíces en una profunda desconfianza hacia los demás y la percepción de un mundo hostil, lo que puede llevar a un individuo a creer que está constantemente amenazado. Puede ver a los demás como potenciales “lobos” que buscan engañarlo o dañarlo, lo que lo lleva a un mayor estado de vigilancia y desconfianza.

      La paranoia es tan antigua como el mundo.

      La paranoia es un estado psicológico caracterizado por una excesiva desconfianza y sospecha hacia los demás. Si el concepto de paranoia siempre ha estado presente, su comprensión y clasificación ha evolucionado. El término "paranoia" fue introducido por los antiguos griegos e inicialmente se refería a un estado general de locura o irracionalidad. A finales del siglo XIX, el psiquiatra alemán Emil Kraepelin perfeccionó el concepto y diferenció la paranoia de otros trastornos mentales al definirla como un estado crónico y progresivo caracterizado principalmente por delirios de grandeza o persecución. A principios del siglo XX, Sigmund Freud, el fundador del psicoanálisis, expresó su opinión sobre la paranoia. Freud creía que los conflictos inconscientes subyacentes y las experiencias infantiles no resueltas desempeñaban un papel importante en el desarrollo de los delirios paranoicos. En los sistemas de clasificación psiquiátrica modernos, como el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM), la paranoia ya no se considera un trastorno en sí mismo. Más bien, normalmente se clasifica como un síntoma o característica de diversas patologías, como el trastorno paranoide de la personalidad o la esquizofrenia paranoide. En la psiquiatría moderna, la paranoia se considera un fenómeno psicológico complejo influenciado por una combinación de factores genéticos, neurobiológicos y ambientales. Los enfoques terapéuticos suelen implicar una combinación de terapia y medicación, adaptadas a la afección subyacente que causa la paranoia.

      evolución

      La paranoia, definida en términos generales, puede considerarse relacionada con los mecanismos de supervivencia humana, en el sentido de que implica una mayor vigilancia y desconfianza ante amenazas potenciales. Desde una perspectiva evolutiva, ser hipervigilante y cauteloso ante peligros potenciales en el medio ambiente puede haber proporcionado una ventaja de supervivencia al aumentar las posibilidades de detectar amenazas y responder a ellas. Sin embargo, es importante señalar que, si bien en algunos contextos la paranoia puede tener elementos adaptativos, la paranoia excesiva o infundada puede ser desadaptativa e interferir con el funcionamiento diario. La sospecha y la desconfianza exageradas pueden tensar las relaciones, dañar las interacciones sociales y provocar ansiedad y angustia innecesarias.  

      Una tendencia común en los hombres.

      A lo largo de la historia, los seres humanos han participado en guerras y conflictos, causándose daño, destrucción y sufrimiento unos a otros, lo que ilustra cómo los seres humanos pueden actuar de manera agresiva y dañina hacia sus semejantes. Los casos de criminalidad, violencia y explotación también pueden conducir a estados paranoicos cada vez mayores. Los acontecimientos traumáticos por los que las personas buscan ayuda incluyen diversas formas de agresión, robo, fraude o abuso. En el contexto profesional y social, los individuos a menudo se enfrentan a conductas agresivas o abusivas hacia ellos, particularmente en casos de acoso. Estos comportamientos suelen manifestarse en la escuela, el lugar de trabajo o en plataformas en línea, donde los individuos ejercen su poder y dañan a otros. Los casos de traición y engaño en las relaciones íntimas provocan una gran desconfianza y las personas se sienten explotadas, lo que lleva al desarrollo de un estado paranoico. La traición puede consistir en mentir, engañar o incumplir promesas, lo que provoca angustia emocional y daño al paciente. Los sistemas o estructuras que perpetúan la desigualdad, la discriminación o la opresión pueden verse como ejemplos de seres humanos que actúan como lobos entre sí y están bien documentados. Estos incluyen casos de desigualdad racial, sexual o económica, donde algunos individuos explotan o abusan de otros en función de sus diferencias percibidas.

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      Cuestionamiento estratégico

      El cerebro creyente

      El cerebro juega un papel vital y estratégico para mantenernos seguros. Contribuye a ello mediante la percepción sensorial, la detección de amenazas, la evaluación de riesgos, los reflejos e instintos y el aprendizaje de la experiencia. Estas funciones nos permiten reconocer y responder a peligros potenciales, tomar decisiones informadas para garantizar nuestro bienestar y adaptar nuestro comportamiento para evitar lesiones. En su maravilloso libro, The Believing Brain, el eminente escritor científico y escéptico Michael Shermer (2009) se detuvo extensamente en las creencias y el comportamiento humano. Shermer enfatiza el papel de los sistemas de creencias y cómo moldean el comportamiento humano. Afirma que las personas a menudo forman creencias basadas en sesgos cognitivos, apegos emocionales e influencias sociales en lugar de un pensamiento puramente racional. Esto puede llevar a las personas a aferrarse a creencias que pueden no corresponderse con la evidencia objetiva o la realidad. En el contexto de las interacciones humanas, Shermer explica cómo las creencias pueden influir en nuestra percepción de los demás y nuestras interacciones con ellos. Las creencias pueden formar la base de estereotipos, prejuicios y prejuicios, lo que genera conflictos y divisiones entre las personas. Fomenta el pensamiento crítico, el escepticismo y la mentalidad abierta como formas de superar estas limitaciones y promover interacciones más constructivas y armoniosas. Shermer también enfatiza la importancia del razonamiento basado en evidencia y el método científico en la evaluación de creencias, con el fin de minimizar los daños potenciales que pueden surgir de creencias infundadas o dañinas.  

      El amor propio 

      La autoestima puede desempeñar un papel en la experiencia y el tratamiento de la paranoia. Las personas con baja autoestima pueden ser más propensas a tener pensamientos y creencias paranoicas. Cuando una persona tiene una imagen negativa de sí misma, es más probable que interprete situaciones ambiguas como evidencia de amenazas personales o persecución. La baja autoestima puede contribuir a una mayor sensibilidad a las señales sociales y a una tendencia a percibir a los demás como hostiles o críticos. La paranoia puede estar estrechamente relacionada con las interacciones sociales y el miedo a la evaluación negativa de los demás. La baja autoestima puede intensificar la ansiedad social y aumentar la probabilidad de percibir a los demás como jueces u hostiles. Esto puede contribuir a pensamientos y creencias paranoicas acerca de ser visto negativamente o atacado por otros. Las personas con baja autoestima pueden exhibir niveles más altos de sensibilidad al rechazo, es decir, una tendencia a percibir rechazo o crítica en situaciones ambiguas o neutrales. Esta hipersensibilidad puede amplificar los pensamientos paranoicos y llevar a la creencia de que otros están tratando intencionalmente de herirlos o excluirlos. Esto afecta las estrategias de afrontamiento cuando nos enfrentamos a pensamientos o situaciones paranoicas. Algunas personas tienen menos confianza en sus capacidades para manejar interacciones sociales o amenazas percibidas, lo que puede contribuir a una mayor ansiedad y exacerbar sus creencias paranoicas. Manejar la autoestima puede ser beneficioso para lidiar con la paranoia. Desarrollar una buena autoestima puede pasar por técnicas como desafiar las creencias negativas, desarrollar la autocompasión y desarrollar un diálogo interno positivo (ver artículo anterior).  

      Persecucion

      La paranoia puede verse agravada por un sentimiento de persecución, es decir la convicción de ser espiado, perseguido o de ser objeto de conspiraciones, así como por el miedo a ser envenenado. Estos pacientes suelen temer ser víctimas de una acción dirigida directamente a perjudicarlos. La persecución se distingue de la paranoia pura por la creencia de que otros tienen intenciones maliciosas, que están conspirando deliberadamente contra la persona misma. Esta creencia lleva incluso al miedo infundado e irracional a ser seguido por alguien y descubierto en cualquier momento.

      La construcción de la prisión.

      En el contexto de la teoría de la resolución estratégica de problemas, un "intento de solución" se refiere a las estrategias o acciones que los individuos emplean para resolver un problema o enfrentar un desafío que enfrentan. Estos intentos de solución son los primeros intentos del individuo para resolver o afrontar el problema, en función de sus creencias, comportamientos y recursos. A menudo, las personas se estancan en estos intentos ineficaces o improductivos de encontrar soluciones, lo que conduce a la perpetuación o exacerbación del problema. Estos intentos de soluciones pueden incluir patrones rígidos o repetitivos de pensamiento, comportamiento o relación con los demás.

      La sospecha que se convierte en certeza

      Cambio y tratamiento

      El papel de los terapeutas que utilizan nuestro enfoque es ayudar a las personas a identificar y examinar sus intentos de solución, y ayudarlos a explorar enfoques nuevos y más apropiados para la resolución de problemas. Al desafiar patrones ineficaces y facilitar la exploración de soluciones alternativas, los terapeutas pretenden ayudar a las personas a salir del ciclo de intentos fallidos y encontrar estrategias más eficaces para afrontar sus desafíos. Los intentos de encontrar soluciones identificadas a continuación se repiten a menudo en el caso de la paranoia.

      La sospecha que se convierte en certeza

      Al principio, la persona intentará controlar su realidad externa. Para defenderse de un ataque que muchas veces siente que es constante, la persona paranoica intenta controlar todo y a todos. Este intento de control hace que los demás lo perciban como desconfiado y las reacciones de los demás implican un discreto sentimiento de malestar ante su presencia y, a su vez, también se genera desconfianza en la persona paranoica, que poco a poco alimenta sus creencias. Este intento de control se convierte en un detonante concreto de este círculo vicioso que alimenta el desorden. Tengo sospechas de los demás y trataré de controlarlos, pero esto hace que los demás sospechen de mí". Al final, lo que se observa es una confirmación de que sus dudas eran correctas desde el principio, lo que les lleva a comportarse aún más sospechosamente entre sí.

      Crear algo de la nada

       En una situación típica, la persona busca continuamente confirmar sus sospechas, lo que le lleva a dudar de todo y de todos, y por tanto a vivir constantemente en la duda. Por un lado, familiares y amigos intentan razonar con ella para explicarle racionalmente la extrañeza de sus comportamientos y, por otro lado, la paciente comienza a pensar, con recelo: "Si no me entiendes, entonces en mi mente, eso significa que estás en mi contra". Para escapar de esta situación, la persona comenzará a interpretar, muchas veces de forma muy rígida, toda la información que le rodea de forma negativa. En cada situación, se centra en la búsqueda escrupulosa de todos los elementos que puedan confirmar su tesis paranoica: "Si me preguntas algo, no es porque tengas buenas intenciones, sino porque quieres molestarme".

      Participación familiar 

      Hemos observado clínicamente que las personas que sufren de paranoia pueden, en algunos casos, involucrar activamente a sus familiares, directa o indirectamente. Si se adhieren a la creencia del paciente, ésta se refuerza; si, por el contrario, familiares y amigos muestran dudas, pueden recibir arrebatos de ira por parte del paciente, lo que tiene el efecto de mantener el trastorno en un estado de prisión. Todos participan en encontrar la solución, pero terminan participando del problema.

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      Los principales modos de intervención estratégica para la paranoia y la paranoia persecutoria difieren según cómo funciona el problema en cada caso individual. El objetivo de la terapia es fracturar y luego desmantelar la creencia disfuncional de la persona. Como siempre en el nivel estratégico, debemos estudiar la estructura del problema, lo que determinará el tipo de solución y comunicación que tendremos que utilizar. La estructura del problema es la forma en que se formó, cómo persiste y se mantiene. La estructura de la solución, por otro lado, se adapta durante la terapia según lo que funcione cuando empezamos a trabajar con la persona y su familia. Al adoptar este enfoque científico, al finalizar la terapia, si tiene éxito, también sabremos si hemos entendido correctamente el trastorno, lo que nos permitirá profundizar en nuestro conocimiento sobre estos problemas.

      Recuerde que la diferencia entre salud y patología es la diferencia de "cantidad". Mecanismos similares, pero en dosis diferentes, crean realidades diferentes; Si la desconfianza y el escepticismo es algo que nos sucede a todos y muchas veces es útil, vivir, estando constantemente alerta, es algo que roza fuertemente lo patológico y que hace de la vida de la persona un verdadero infierno. Si bien un cierto nivel de precaución y vigilancia es importante para la autoconservación, un estado extremo o persistente de paranoia puede ser perjudicial para el bienestar general. Cabe destacar que la importancia evolutiva de la paranoia es un tema de investigación y debate científicos en curso. La manifestación y el impacto de la paranoia pueden variar mucho de un individuo a otro, y investigadores en el campo de la psicología y la neurociencia aún están explorando su relación precisa con los mecanismos de supervivencia y otros factores.

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