¿Cómo actuar ante un evento traumático?
Podemos citar un terremoto, un accidente, un atentado o un susto más íntimo como un fracaso personal, una humillación o una traición... Tras estos hechos, el estrés postraumático no es automático; El 9% de las personas expuestas desarrollan un trastorno tan pronto como sus intentos de encontrar una solución para salir de él son disfuncionales...
El estrés postraumático se califica como tal después de 4 semanas de estrés agudo, caracterizado por fuertes perturbaciones, desorientación, nuevas emociones. Ya no se realiza la regulación funcional. Después de la conmoción, habrá desorden, desorden, confusión, tristeza, miedo generalizado, ira que transpirará y se convertirá en agresión. La confusión toma la forma de un intento de controlar para encontrar significado.
Luego viene la culpa acompañada de dudas existenciales y una dolorosa pérdida de sentido. Si el síntoma persiste consultar. Es importante en estos casos identificar en uno mismo o en los demás signos incapacitantes o inadecuados que determinen el diagnóstico de estrés postraumático.
El cuidado y la intervención real de un terapeuta es una ayuda para que el paciente recupere la ventaja. Pero esta ayuda debe prestarse con la necesaria perspectiva y evitando toda prisa porque hay un evidente debilitamiento del individuo que no se trata de agravar.
En el lugar de trabajo, se debe tener cuidado de no recurrir a una movilidad o separación demasiado rápida, lo que solo empeoraría la situación de la persona. Esperar sin intervenir conduciría a la evasión y contribuiría al deterioro de la situación. Tratar de racionalizar los síntomas llevaría a dejar de fumar con efectos idénticos.
El marco para la acción psicológica debe promover la resiliencia. Hay que domar el trauma, la herida que se formó con brutalidad y persiste en un presente oscurecido y un futuro que se ha vuelto impensable.
Ayudar a sobrellevar es normalizar el trauma. No es anormal ser malo, estar asqueado, desamparado y ver el futuro con los ojos "negros" del presente; lo que es anormal es el evento que uno ha experimentado. Todas las reacciones tienen su lugar; algunos necesitan hablar, otros volver al trabajo, otros quedarse en casa.
Cuanto más somos sacudidos, más necesitamos consuelo.
Si en tales circunstancias (y en otras) queremos proteger a las personas traumatizadas y ser acogedores, debemos tener cuidado de no sobreprotegerlas porque tienen que sobrellevarlas durante mucho tiempo.
El consuelo puede traerse escuchando, estando presente. Es bueno animarlos a que vuelvan al trabajo, a que se pongan en movimiento, siempre que se les proporcionen espacios de relajación para que se adapten al ritmo que necesitan. A continuación, se observarán todos los cambios en el comportamiento y la actitud del paciente. ¿Cómo manejará la persona su estrés? Es importante que entienda que no está condenada a vivir con este trauma.
Cuando uno tiene que enfrentar, experimenta la propia vulnerabilidad con la que se enfrenta; cuidarse es un primer acto de fuerza.
En relación a estas situaciones, las respuestas que damos son en primer lugar un diagnóstico operativo, la definición de un tema estratégico, una comunicación estratégica adaptada, actitudes relacionales ajustadas, acciones psicológicas y talleres de apoyo.